Política

Jaque mate en Ucrania

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Ucrania: Rusos, americanos, alemanes y británicos en el tablero de los cínicos

Ucrania: jaque mate

En política absolutamente nada se hace al azar, especialmente en la esfera internacional, y los que lo hacen, suelen acabar perdiendo. Exactamente como en el ajedrez. Así que, ¿cuál es la situación del “tablero” en Ucrania?, ¿quién gana qué y quién pierde qué con esta crisis?

En primer lugar, el gobierno de Yanukovich era legítimo ante el pueblo de Ucrania (por haber sido democráticamente elegido) y ante las autoridades internacionales como interlocutor político. Por el contrario, la oposición engloba entidades y partidos de corte ultranacionalista y proeuropeo -e incluso fascistas- que no han respetado el curso de las negociaciones ni los acuerdos alcanzados.

Este corte nacionalista y proeuropeo de la oposición presenta el riesgo de represalias contra ciudadanos rusoparlantes y la parte de la población del país más inclinada hacia Rusia que hacia Europa. En este sentido, el gobierno de la Federación Rusa tiene la obligación, constitucionalmente atribuida por el pueblo ruso, de proteger a sus ciudadanos sin menoscabo de su lugar de residencia, lo que explica la puesta en alerta de los distritos militares Centro y Sur de Rusia (como sucede en muchos otros países).

En segundo lugar, Crimea es una república autónoma de facto, con un estatus de asociación política con Ucrania de tipo confederal no reconocido por el gobierno central, que fue entregada a este país a costa de la integridad territorial de Rusia por un dictador comunista de origen ucraniano (Kruschev). Esto significa que el despliegue de tropas rusas en la península a petición del gobierno local para proteger a los ciudadanos rusos no tiene porqué constituir una violación del derecho internacional.

En otras palabras, la crisis de Ucrania se resume así: Occidente ha apoyado la demolición del gobierno en Ucrania amparándose en los sectores ultranacionalistas del país y amenazado severamente los intereses de su supuesto amigo y aliado, la Federación Rusa, para integrar a Ucrania en la Unión Europea.

Pero, ¿qué interés específico tiene Occidente en asimilar Ucrania, un país que necesita urgentemente hasta 25.000 millones de dólares para no quebrar económicamente y que además adolece de un liderazgo político estable?

Alemania, principal impulsor de los disturbios, lograría ampliar el mercado oriental en 45 millones de consumidores así como incluir uno de los principales productores de cereales y vegetales de Europa en el mercado común, incrementando la competencia con los países de mayor desarrollo agrícola (los del Mediterráneo) y, sobre todo, convirtiéndose en el principal acreedor de sus nuevos amigos a cambio de impulsar la privatización del sector industrial ucraniano. Alemania nunca hace nada gratis, los griegos lo saben bien.

La OTAN estaría muy interesada en que Rusia perdiera el control de Crimea y el estrecho del mar de Azov, que conecta el corazón de Rusia tras el Cáucaso con el Mediterráneo y los Balcanes a través del mar Negro (¿una occidentalización acelerada de Serbia y la región?), además de desplegar escudos antimisiles más cerca de la Federación Rusa.

Los británicos, que son los inventores de la política internacional, se frotan las manos. Si Rusia pierde, la OTAN se amplía a Ucrania (incluyendo Crimea), aumentando su control del Mediterráneo. Si Rusia gana, los alemanes pierden y su liderazgo queda en entredicho, la Unión Europea hace el ridículo y su marcha atrás en el proceso de integración queda más que justificada.

Los americanos también dan palmas. Pase lo que pase, un conflicto en la puerta de Europa o debilita la Unión (fortaleciendo relativamente a los Estados Unidos y su dólar) o la obliga a acelerar el proceso de integración y a elevar la inversión en defensa (EEUU, como dice su estrategia de defensa nacional, se repliega para centrarse en el Pacífico y la ciberdefensa), liberando recursos militares para incrementar su desarrollo económico.

Entonces, ¿qué podemos esperar de todo esto? Crimea, que nadie lo dude, se queda en manos rusas, porque ni Ucrania tiene legitimidad o poderío militar para echar a los rusos de la península, ni Occidente con sus sanciones económicas y diplomáticas puede amedrentar a la Federación Rusa, que sólo tiene que elevar la factura del gas para compensar o remover el lodazal en Oriente Próximo. Por eso la OTAN y Occidente defienden la integridad territorial de Ucrania a ultranza.

Por tanto, nos encontramos en un escenario en el que Rusia incrementa su cohesión y la legitimidad social del presidente Putin, Ucrania ya no incluye Crimea y se queda políticamente dividida entre la parte oriental (protegida y apoyada por Rusia) y la Occidental, en la órbita de la UE mediante un Acuerdo de Asociación y la injerencia occidental a través de las condiciones del préstamo, pero condicionada por los precios del gas.

Todo como antes, pero sin Crimea. ¡Jaque mate!

Escrito por Marcos M.A. y Pedro Díaz para @Ediplomatica

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