La libertad retrocede en aliados de USA en Oriente Medio.
La libertad retrocede mientras la dictadura avanza en dos aliados tradicionales de USA en Oriente Medio, Egipto y Turkia, y ensombrece aún mas el papel de Estados Unidos como guardián de la democracia.
Tres camiones, supuestamente cargados de medicinas, se dirigen hacia la frontera Siria. La Gendarmería turca ha recibido un soplo y espera el cargamento en la provincia de Adana, al sur del país. Tal y como sospechaban, los vehículos están cargados de armas. Bajo la lona no hay medicinas sino lanzagranadas, proyectiles RPG y gran cantidad de munición. La sorpresa es aún mayúscula cuando descubren que quienes conducen son agentes de los servicios secretos turcos.
De aquello hace dos años y los que se atrevieron a publicar esta rocambolesca historia sobre cómo el gobierno turco estaba, supuestamente, armando a los rebeldes sirios están ahora en prisión. Son dos periodistas del prestigioso diario Cumhurriyet -el editor, Can Dündar, y el jefe del rotativo en Ankara, Erdem Gül- imputados por espionaje y revelación de secretos militares para los que la Fiscalía pide cadena perpetua.
Un turbio episodio que salpica al presidente Erdogan -Primer Ministro cuando se descubrieron los conocidos como “camiones del MIT”- y que también se llevó por delante a más de una treintena de gendarmes y a cuatro jueces que fueron apartados del caso de la noche a la mañana. Reporteros Sin Fronteras -que ha denunciado en repetidas ocasiones el progresivo deterioro de la libertad de prensa en Turquía- inició una campaña para pedir la liberación de los periodistas y le concedió a Cumhurriyet el Premio a la Libertad de Prensa. Dündar, que aún estaba en libertad, definió de una forma muy gráfica la situación por la que estaba pasando. “Mi oficina tiene dos ventanas: una da al cementerio y la otra a los tribunales de justicia que son los dos sitios que más visitan los periodistas en Turquía”, dijo.
Giro dictatorial de Erdogan.
Su historia es quizás el episodio más sonado en los últimos tiempos sobre el recorte de libertades que padece Turquía bajo la férrea mano de Erdogan que, según diferentes informes publicados recientemente, ha dado un giro hacia un “preocupante radicalismo” que tiene en el punto de mira a la prensa independiente, a la oposición y a cualquiera que critique las actuaciones del gobierno.
Según el último informe de la organización independiente norteamericana Freedom House, dedicada desde hace 75 años a luchar en pro de la libertad y los derechos civiles, Turquía es un país donde la libertad de prensa ha sufrido una caída en picado durante los últimos cinco años. Una situación que ilustran en el siguiente gráfico.
“Los periodistas se enfrentan a obstáculos legales sin precedentes cuando los tribunales restringen informar sobre corrupción y asuntos que atañen a la seguridad nacional. Las autoridades, además, continúan haciendo un uso agresivo del código penal, las leyes anti difamación y antiterroristas para reprimir a los periodistas y a los medios de comunicación”, reza el informe de Freedom House sobre Turquía.Estos datos señalan una deriva hacia una dictadura de facto dificil de ocultar.
El pasado mes de enero, en una acción de protesta previa a la visita del primer ministro turco, Ahmet Davutoğlu, English PEN, la principal asociación de escritores del Reino Unido, escribió una carta al premier británico, David Cameron en la que denunciaba que, en Turquía, “en los últimos cinco meses la intimidación, las amenazas y los ataques físicos contra periodistas, escritores y editores se han convertido en la norma”.
La Unión Europea también ha criticado en un informe de finales del pasado año “la tendencia general negativa en el respeto del estado de derecho y los derechos fundamentales” y aunque no se atreva a nombrar claramente la palabra dictadura, ésta es cada vez mas utilizada por medios diplomáticos cuando se habla de Turkia. En el mismo texto, muestra además su preocupación por las presiones políticas a las que están sometidos los jueces, por los “poderes discrecionales” que se ha otorgado a las fuerzas de seguridad del país y por el hecho de que algunas normas vigentes vayan “en contra de los estándares europeos”. Un interminable rosario de críticas equiparable al cosechado por el Egipto del Presidente Abdel Fattah al-Sisi.
El nuevo faraón.
Que Egipto sólo puede ser gobernado con mano de hierro, parece una máxima que se repite a lo largo de la historia reciente del país. Pero no siempre sus gobernantes lo ven de esa manera. En una comparecencia en el parlamento a mediados de febrero el presidente al-Sisi declaró con orgullo que en Egipto “se han establecido las bases de un sistema democrático y se han recuperado las instituciones constitucionales”. Hablar hoy dia de dictadura en el interior de Egipto es jugarse ir a la cárcel pero ya pocos niegan que el régimen lo es.
La “revolución patriótica” -como él mismo bautizó al golpe de estado que encabezó en el 2.013 para derrocar al presidente democráticamente elegido Mohamad Mursi- ha tenido consecuencias nefastas para el ejercicio de las libertades fundamentales, según denuncian varias organizaciones de derechos humanos y asociaciones de periodistas.
La polémica Ley Antiterrorista, aprobada el año pasado y que prevé penas de cárcel y cuantiosas multas para los periodistas que contradigan la información oficial en caso de atentado, es sólo un ejemplo del recorte en la libertad de expresión al que se han visto sometidos los informadores en Egipto. El mismo informe de Freedom House que denunciaba la caída en picado de la libertad de expresión en Turquía habla de una clara tendencia a la baja en el caso egipcio “por la completa marginalización de la oposición, la supervisión estatal de las comunicaciones electrónicas, la exhortación pública a denunciar ante las autoridades a quienes son críticos con el gobierno y los juicios masivos y encarcelamientos injustificados de miembros de los Hermanos Musulmanes”.
Esta misma semana, Reporteros Sin Fronteras, en una carta abierta al presidente al-Sisi recogía que la actual situación de los periodistas en Egipto se ha convertido en “inaceptable” y pedía la liberación inmediata de al menos 32 profesionales que permanecen encarcelados. El país del Nilo -al que esta organización califica sin tapujos como “la mayor prisión del mundo para los periodistas”- según el ranking mundial de libertad de prensa que elabora cada año la ONG, se encontraba el año pasado en el puesto 158 de 180. Y todo indica que este año seguirá bajando puestos.
El caso de los periodistas de al-Jazeera arrestados en el 2.013, condenados por “activistas” a siete años de prisión y finalmente indultados por al-Sisi el año pasado fue uno de los que más protestas internacionales generó. Pero tan sólo representa la punta del iceberg. Blogueros, dibujantes, estudiantes, escritores, opositores… la lista de detenidos es larga y las ofensas cuestionables.
También hay una larga lista de desaparecidos y algunos extraños casos de asesinato, como el de Giulio Regeni, el joven estudiante italiano que apareció brutalmente asesinado el pasado mes de enero con claros signos de tortura, huesos rotos y partes del cuerpo amputadas. Regeni realizaba en El Cairo una tesis doctoral sobre el activo movimiento sindical egipcio. Su horrorosa muerte -según los expertos probablemente a manos de miembros de las fuerzas de seguridad- ha tensado las relaciones entre Italia y Egipto donde, de momento, no ha habido ninguna detención relacionada con este caso.
La Federación Internacional de Derechos Humanos, que engloba a 178 ONGs de defensa de DD.HH., publicó el año pasado un informe demoledor en el que detallaba la violencia sexual del aparato policial egipcio que incluía como una de sus prácticas habituales la electrocución de los genitales -algo que, según los forenses, también sufrió Giulio Regeni-. “La escala de la violencia sexual durante los arrestos, la similitud en los métodos empleados y la impunidad general de la que gozan los autores apuntan a una cínica estrategia política para sofocar la sociedad civil y silenciar a toda la oposición”, recoge el informe.
El recién estrenado parlamento egipcio, libre de islamistas, jóvenes revolucionarios y sin apenas opositores parece hecho a la medida de al-Sisi y, según los expertos consultados, no parece que vaya a hacer mucho por revertir esta situación.
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