Política

Albares: una política reaccionaria.

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Albares es un tipo listo, con experiencia y capacidad de maniobra. Le pierde un carácter impetuoso, una sobrestimación de si mismo y unos colaboradores mediocres enzarzados en guerrillas de poder junto a un enemigo poderoso en Moncloa mas cauto, sinuoso y ladino, que sabe tirar la piedra y esconder la mano. Fue esta persona quien le advirtió en el congreso del PSOE en Valencia de que no le iba a ser fácil  ascender en política impidiendo su entrada en la ejecutiva en beneficio de otra en retirada y de escaso carácter y conocimiento de la política internacional. Más allá de la Cooperación la política internacional del partido se centra en visitas y encuentros amistosos siendo escasamente útil a los ciudadanos. Para no perdernos en disquisiciones hay que decir que las circunstancias le han sobrepasado y que las personas a las que ha acudido o recibido por amistad y que le han aconsejado no solo buscaban su interés personal, todo se conocerá, sino que  estaban a las órdenes o servicio de otros.

Ya en el 2015 denuncié el ambiente irrespirable en el Ministerio de Asuntos Exteriores debido a malos tratos, cuestión esta que Albares y su equipo ignoran y desprecian como un asunto “ de los sindicatos”. Después de una corta pausa durante la etapa Borrell que permitió a Ángeles Moreno iniciar una modernización sin precedentes, hay que decir que ha regresado de nuevo el peor ambiente con personas ansiosas de ocupar el poder que su repleta agenda deja y que ha traído de nuevo los peores fantasmas de la época oscura.

A Albares le sobran amigos  y le faltan colaboradores leales sin complejos ni intereses espurios que le ayuden a salir del agujero y entre todos desterrar este sin fin de trampas que tanto le perjudican a él como a  nuestro país. Haber abandonado la imprescindible reforma del Ministerio y de la Carrera Diplomática le pasará factura a él y al PSOE, partido que lleva más de 100 años pregonando la necesidad de tal reforma. Ya en el congreso de 1918 se abordó esta cuestión sin que hasta el momento se haya avanzado, más de 100 años. Presentar un Real Decreto al Consejo de Ministros elaborado por la derecha mas reaccionaria de la Carrera Diplomática no es un síntoma. Es una enfermedad.

Es probable que los ataques periodísticos de la derecha furibunda hayan enfriado su ánimo y diluido su compromiso, mal síntoma para tanta responsabilidad. Poca porosidad a la critica y esponja para el halago no son las mejores virtudes para un político socialista. Desde luego ni el sindicato, que tan beligerante fue con González Laya, ella sabe por qué, ni el Congreso, han puesto clavo alguno en su camino incluso en el delicado momento en el que dijo haber hablado con Argelia sobre el Sáhara y este país lo desmintió.

Es mi deber decir que en estos graves momentos para España y Europa es necesaria una política exterior que por fin ponga el foco en el interés de nuestro país. Advertir que nos va a crear enemistades, pero solo así alcanzaremos el respeto que nuestro país merece. No se puede ni se debe agradar a todo el mundo y es legítimo defender primero lo nuestro.  No tener en cuenta este paradigma y la intromisión de agentes poco cualificados en nuestra política exterior ha provocado este desbarajuste que Albares parece no tener en cuenta y que aviva algunas de las más contundentes críticas a la gestión diplomática del Gobierno de Sánchez.

Es evidente que la posición oficial respecto de Rusia cada vez es menos comprensible y puedo asegurar que en privado muchos diplomáticos piensan igual; otros, pocos, alientan la escalada en un alarde de irresponsabilidad  e inconsciencia. La verborrea belicista de Borrell y su capacidad de elegir los peores para dirigir la política exterior de la UE y la ridícula firmeza de Robles son el paradigma de esta. El olvido de la palabra diplomacia pasará factura pues la guerra terminará antes o después.

Pienso que Rusia está en una encrucijada que nosotros conocemos muy bien: la pérdida de influencia e importancia en el mundo. A nosotros nos ha costado, y aún colea, 300 años de guerras civiles. No es menester que el mundo viva otros 300 años de guerra con Rusia porque además no podemos prescindir de su importancia ni de su capacidad.

Debemos y podemos como país contribuir y mucho a darle a la diplomacia el valor que tiene.
Creo que hay que tratarla con firmeza sin cerrar ninguna puerta y alejados del tremendismo, actitud esta muy española. En resumen, como dice el refrán sefardí: La pas fragua nidos, la g(u)erra los destrulye.

En lo que respecta al interior, qué decir. El equipo hace aguas por todos lados, las rencillas, la falta de decisión, de conocimientos y de experiencia han paralizado cualquier atisbo no ya de reforma sino de funcionamiento ordinario.

Desconfiar de todo el mundo no es la mejor forma de hacer política ni de ascender que parece ser el objetivo principal de muchos de nuestros directivos. No aprovechar la cercanía de personas leales, con arrestos y que además saben lo que hay que hacer es de una ceguera preocupante. Saber montar equipos dentro y fuera del Ministerio es una tarea básica para cualquier gestión política. Ocuparse de las pequeñas cosas es también fundamental pues gota a gota el agua destruye la roca.

En fin, acabo, le deseo lo mejor y espero verle algún día defendiendo la paz y el diálogo con mas ahínco que el que dedica a los graves problemas que acarrea ese ministerio y que desgraciadamente su mandato solo ha empeorado.

Pedro D. Chavero

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